Se ha creído por años que Stonehenge era obra exclusiva de nuestros ancestros, pero, ¿y si la naturaleza tuvo más que ver en su construcción de lo que pensamos? ¡Sigue leyendo para descubrir una posibilidad que podría cambiar lo que sabemos hasta ahora!
El misterioso monumento de Stonehenge siempre ha sido fuente de curiosidad e innumerables teorías. Casi como sacado de una novela, las llamativas piedras azules que yacen en su estructura podrían contar una historia diferente a la que todos hemos creído. Un artículo reciente en Quaternary Newsletter sugiere que quizás estamos equivocados sobre cómo llegaron esos imponentes bloques a su lugar.
Al sur de Gales, en la Bahía de Limeslade, la aparición de un gran bloque errático ha dado un vuelco a las suposiciones comunes. Esta piedra podría indicar que la mano del hombre no fue la única involucrada en este emprendimiento. Al parecer, la fuerza de la era glaciar podría haber desempeñado un papel importante, esculpiendo lo que sería una prueba del inmenso poder de los glaciares y del Canal de Bristol en la antigüedad.
Glaciares como taxis gigantes: la nueva hipótesis sobre Stonehenge
El Dr. Brian John y su grupo de estudio ofrecen una versión revolucionaria de los hechos. Afirman que el mencionado bloque errático llegó desde el Mar de Irlanda hasta su destino impulsado por glaciares. Este argumento da fuerza a la posibilidad de que un fenómeno natural haya transportado las mundialmente conocidas piedras a través de distancias que nuestros ancestros quizás ni se imaginaron posibles.
La procedencia del bloque de Limeslade, que apunta a Pembrokeshire, da crédito a la hipótesis glaciar. Imagine lo sorprendente que es pensar que lo que hoy es Stonehenge pudo haber sido influenciado no solo por la fuerza humana sino también por la indomable naturaleza.
¿Creación humana o jugada de la naturaleza?
El estudio va más allá. Plantea que tal vez los habitantes del pasado no erigieron Stonehenge desde cero, sino que pusieron su granito de arena a un proyecto ya bastante avanzado cortesía de un glaciar. De tener razón, estaríamos redefiniendo cómo se forjó esta icónica estructura.
La veracidad de la teoría aún pende de una cuerda en el mundo científico; requiere de más pruebas y estudios que la sustenten. Aún asumiendo que los glaciares hayan sido los verdaderos artífices en el traslado de las rocas, la comunidad científica debe ponerlo todo bajo la lupa antes de reescribir los libros de historia.
Nuestro conocimiento siempre está en constante cambio, aprendiendo y desaprendiendo conforme se descubre nueva información. La investigación del Dr. John es un fragmento más en este mosaico de conocimiento que pone de manifiesto lo mucho que quedan por desvelar de los misterios de la naturidad y de nuestros predecesores.
La teoría sobre las piedras azules de Stonehenge es un recordatorio de que los hechos que creemos inamovibles pueden tambalearse ante la evidencia correcta. Es un ejemplo de cómo la historia de la humanidad puede expandirse y adaptarse como los horizontes frente a un navegante. Nos invita a considerar cómo los descubrimientos pueden moldear nuestra perspectiva sobre lo que nuestros ancestros fueron capaces de hacer y el papel que jugaron los elementos naturales en sus hazañas.
"La storia è testimone dei tempi, luce della verità, vita della memoria, maestra della vita, araldo dell'antichità", così affermava Cicerone, e la storia di Stonehenge sembra confermarlo, rivelando nuovi capitoli che sfidano le nostre conoscenze pregresse. Il recente studio che suggerisce il trasporto glaciale delle sue enigmatiche pietre blu riscrive la narrazione di uno dei monumenti più misteriosi del mondo. Questo non solo ci ricorda l'imponente potere della natura, che supera l'inventiva umana, ma mette anche in discussione la nostra comprensione delle abilità e delle conoscenze delle antiche civiltà. Se gli abitanti del Neolitico si limitarono a raccogliere ciò che la natura aveva già messo a loro disposizione, ciò non diminuisce la loro ingegnosità, ma piuttosto ci insegna un'umiltà davanti alle forze che ci superano. La verità è che, a volte, la natura scrive le storie più incredibili, senza bisogno di una penna umana.