Jóvenes atrapados por la economía: la verdad del por qué aún no pueden dejar el nido

El gran dilema de los jóvenes españoles: independizarse o seguir en casa

El recorrido hacia la independencia de los jóvenes en España está lleno de obstáculos. Ahora, con la edad media para dejar el nido familiar superando los 30 años, uno de los promedios más altos de toda Europa, la situación se vuelve más compleja. Se están señalando diversos factores que complican el panorama y desde el sector académico y asociaciones importantes han salido a la luz datos y propuestas que podrían servir para cambiar esta tendencia.

La independencia tarda en llegar

Por estos días, un estudio con participación de la Universidad Pompeu Fabra junto con la Asociación de Promotores y Constructores de Cataluña ha dado mucho de qué hablar al destacar cuáles son esos escollos que frenan la marcha independiente de los jóvenes. La situación, como verán, no es nada sencilla.

Los sueldos no dan tregua

El documento en cuestión habla de salarios que no alcanzan, de trabajos precarios y de corta duraleza, de una vivienda cara y de lo complicado que es conseguir créditos. Todo esto, claro, lleva a que veamos a jóvenes pegados a la casa de sus padres más tiempo de lo que a muchos les gustaría.

Y si nos enfocamos en los adultos jóvenes de 30 a 34 años, pues la cosa pinta peor. Estos amiguitos están despidiéndose del hogar familiar menos que otros en Europa. Aquí se nota una brecha generacional que preocupa, sobre todo cuando la comparamos con las personas de más de 75 años.

¿Qué camino seguir para que los jóvenes vuelen del nido?

Pues bien, el informe propone acercar más la educación al mundo del trabajo, quizás con más programas de formación dual, que mezclen enseñanza con práctica laboral. También pone el foco en esos contratos laborales que duran menos que un suspiro, aunque reconocen que algo se ha mejorado en las últimas reformas.

En lo que respecta a lo de tener casa propia, los entendidos dicen que falta oferta, tanto de vivienda pública como privada. Para ello se le han ocurrido unas ideas como lo de la copropiedad, donde el Estado podría echar una mano para la entrada, o créditos que cubran más del valor total de la casa.

Ni hablar del papeleo y los impuestos que hay con la compra de una casa. Rebajar esto, sugieren, podría ser un alivio para muchos jóvenes que buscan su primer lugar solo.

El panorama no es simple. Que haya más años de por medio para que los jóvenes se independicen tiene mucho que ver con las dificultades para encontrar trabajo, una casa asequible y el apoyo necesario. Hay que pensar muy bien en qué políticas seguir para que la educación, el trabajo y la vivienda vayan de la mano en ayuda de quienes desean hacer su vida por su cuenta.

A ver, qué opinan ustedes. ¿Qué otras cosas podrían hacerse para que tener un techo propio y salir de casa no sea tan cuesta arriba? ¿Cómo mejoraríamos esa unión entre educación, trabajo y vivienda para que los jóvenes puedan volar antes del hogar familiar? Se aceptan ideas y puntos de vista, que nunca están de más.

"La casa propia es el rincón del mundo. En ella se encuentra la paz más profunda y la libertad más grande", reflexionaba el filósofo alemán Johann Gottfried von Herder. Esta cita resuena hoy más que nunca en la sociedad española, en la que la emancipación de los jóvenes se ha convertido en un desafío titánico. El estudio de la UPF y la APCE nos revela una realidad desalentadora: la edad media para dejar el nido familiar ha aumentado y con ella, la sensación de una juventud atrapada entre la precariedad laboral y un mercado inmobiliario inaccesible.

La emancipación no es solo un rito de paso hacia la madurez, sino un indicador claro de la salud económica y social de un país. La España de hoy se enfrenta a un panorama donde sus jóvenes, pese a estar mejor formados que nunca, ven cómo sus alas son recortadas por un sistema que no les ofrece las condiciones necesarias para volar solos.

Es imperativo que las medidas propuestas, como la integración entre educación y mercado laboral, la reducción de la temporalidad y una política de vivienda más inclusiva, no queden en el papel. Deben convertirse en una realidad tangible que devuelva a la juventud española la posibilidad de construir su propio "rincón del mundo", ese espacio de "paz y libertad" que mencionaba Herder. El futuro de España depende de la capacidad de sus jóvenes para emanciparse y construir su proyecto de vida. No podemos permitir que una generación entera quede en suspenso.

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