¿Será que la decisión de un político israelí tiene el poder de tambalear la ya inestable paz en Medio Oriente? Entérate del incidente que ha puesto a más de uno en la región al borde de sus asientos.
La visita de Itamar Ben-Gvir, ministro israelí de Seguridad Nacional y conocido por sus posturas políticas de extrema derecha, al complejo de la mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén ha causado un gran revuelo. Resulta que este lugar es super importante para los musulmanes y, para colmo, la visitita llega justo cuando todo el mundo anda con los nervios de punta tratando de parar los conflictos en Gaza. No falta quien piensa que Ben-Gvir fue ahí para buscar bronca. Él dice que fue de buena fe, a rezar por la vuelta de unos rehenes y que no está ni pensando en rendirse ni hacer tratos a la ligera. Todo esto pasa en medio de un tira y afloja que lleva meses entre israelíes y Hamás, y justo antes de que el primer ministro Benjamin Netanyahu vaya a Estados Unidos a charlar de cosas que pueden cambiar el juego en la región.
La Mezquita de Al-Aqsa: un polvorín político y religioso
Ben-Gvir no es un tipo cualquiera; tiene un historial de haber sido acusado de cosas como el racismo, pero aquí lo tenemos, siendo parte del gobierno de Israel y con voz en lo que pasa con la seguridad. Que se pare él en un sitio tan simbólico para la comunidad musulmana como la mezquita de Al-Aqsa, es algo que puede hacer que la gente también vea las negociaciones de otra forma.
Y como si fuera poco, recientemente en Israel hubo una especie de votación donde dijeron que lo de hacer un estado palestino ni pensarlo. Movimientos de estos hacen que la desconfianza crezca más, más aún con encuentros importantes como el de Netanyahu en Estados Unidos en la agenda, donde seguro se tocarán temas que pueden cambiar muchísimo las cosas por allá.
Consecuencias internacionales y el camino a seguir
Lo que hacen tipos como Ben-Gvir y las decisiones del parlamento israelí no es juego, y pueden afectar cómo nos llevamos entre países y la opinión de toda la gente fuera de Israel y Palestina. La visitita esta puede que sea vista como un intento por chafar la mediación y las ganas de arreglar las cosas en buena onda. Todos estarán echando un ojo a lo que se habla y se decide en las pláticas entre israelíes y estadounidenses.
Entender lo que pasa en Medio Oriente es un lío, la verdad. Cada cosita que se dice o se hace puede acabar siendo un problemón sin que nadie lo vea venir. Por eso hay que estar al tanto, pero sin creer todo lo que sale por ahí. Antes de pensar mal, mejor confirmar datos y no dejarse llevar por cualquier chisme.
La movida de Ben-Gvir en la mezquita de Al-Aqsa nos recuerda que hay que ir con tiento en una región tan delicada. Todo el mundo, no sólo allá, sino nosotros acá y hasta en la otra punta del planeta, deberíamos querer que haya paz y que la gente pueda vivir tranquila, sin sobresaltos. Hay que tirar más por el diálogo y menos por los golpes de pecho a la hora de arreglar asuntos tan peliagudos como estos de la religión y la política mezcladas.
Ahora es buen momento para preguntarnos cómo podemos todos, no sólo los líderes, contribuir para que haya buen rollo entre las comunidades y cómo llevar la fiesta en paz aunque la cosa esté que arde.
"La verdad es hija del tiempo, no de la autoridad", decía el gran pensador italiano Leonardo da Vinci. La visita del ministro israelí de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, al complejo de la mezquita de Al-Aqsa, en un momento tan delicado para la geopolítica de Oriente Medio, parece un acto desafiante que ignora las sutilezas del tiempo y la diplomacia. En lugar de servir a la verdad de la paz, su presencia en un lugar tan simbólico para el conflicto entre Israel y Palestina, puede percibirse como una afrenta a la autoridad de la negociación y el diálogo. Con la sombra de su historial de racismo y su poder para moldear la política de seguridad de Israel, la figura de Ben-Gvir se erige como un catalizador de la tensión en vez de un puente hacia el entendimiento. La reciente resolución del parlamento israelí contra la idea de un estado palestino solo añade leña al fuego, justo antes de una visita clave de Netanyahu a Estados Unidos. En este escenario, la búsqueda de la verdad de la paz exige tiempo, paciencia y, sobre todo, respeto mutuo, algo que parece haberse olvidado en el tablero de ajedrez político actual.