Un grupo de eurodiputados recientemente ha lanzado una petición muy especial. No todos los días escuchamos acerca de preocupaciones por la seguridad de jovenes personas, pero hoy toca hablar de un caso que involucra a dos saharauis que podrían estar en peligro.
Estos eurodiputados se han puesto en alerta delante de las puertas del Ministerio del Interior de España. Su preocupación: dos chicos saharauis que están estancados en el aeropuerto de Barajas, en Madrid. Liderando este grupo está Estrella Galán, quien va al frente del partido Sumar y se prepara para los comicios del 9 de junio. El miedo de estos parlamentarios es que se cometa una injusticia y que estos muchachos sean expulsados en contra de sus derechos humanos y la normativa internacional de asilo.
Según se comenta, los jóvenes han pedido asilo en España, mostrando un miedo profundo a lo que les podría esperar si son devueltos a Marruecos. Varias ONGs se han hecho eco de esta preocupación, hablando de las violaciones de derechos humanos que suceden en los territorios saharauis. En respuesta, los parlamentarios están apretando para que se revise la solicitud de asilo y se les permita entrar al país.
La cuestión es seria y hasta en las redes sociales se encuentra gente hablando del tema. Personajes políticos como Antonio Maíllo, el jefe de IU, han salido en defensa de los jóvenes. Maíllo señala cómo una deportación sería como mandarlos a una muerte segura. Claro que es simplemente una manera de hablar, pero sí subraya la sensación de desesperación que envuelve el caso.
En el fondo, la carta que los eurodiputados han mandado va más allá de los dos chicos: es un llamado a tener humanidad y respeto por la legislación internacional cuando se trata de darle una mano a quienes buscan seguridad y protección lejos de sus pátriatas.
Es una situación difícil, pero que al final del día se convierte en un test de nuestros valores como sociedad. Los saharauis en Barajas resultan ser un recordatorio de que la empatía y el deber legal no deben ser olvidados, menos aún cuando estamos hablando de la posibilidad de salvar vidas.
"La libertad es siempre peligrosa, pero es la cosa más segura que tenemos", una frase atribuida a Harry Emerson Fosdick que nos recuerda la importancia de proteger los derechos individuales, incluso frente a los dilemas de la política internacional. La petición de los eurodiputados de diferentes formaciones políticas para que se permita la entrada en España de dos jóvenes saharauis, pone sobre la mesa un asunto de humanidad y de respeto a los derechos fundamentales. El asilo no es un capricho, sino un mecanismo de protección para quienes enfrentan peligros reales en sus países de origen. La posibilidad de que estos jóvenes sean deportados a Marruecos, donde podrían sufrir represalias, no es sólo un desafío a la conciencia política, sino también una prueba de la voluntad de España y de Europa de mantenerse fieles a sus principios de asilo y protección de los derechos humanos. En este contexto, la solidaridad y la justicia deben prevalecer sobre las fronteras y los intereses geopolíticos. La humanidad no puede permitirse el lujo de mirar hacia otro lado cuando lo que está en juego es la vida y la integridad de las personas.