Brasil y su paso reciente por la Copa América han dejado opiniones divididas y varias inquietudes sobre qué esperar de cara al futuro. La salida temprana de la selección en cuartos de final frente a Uruguay y la ausencia de Neymar por una lesión, han puesto de manifiesto las vulnerabilidades de un equipo que parecía desconectado en momentos clave.
Con expectativas altas que no se cumplieran y sin la presencia de Neymar debido a su lesión, muchos se cuestionan que será de Brasil ahora. Los goles no llegaron cuando más se necesitaban y eso dejó a la selección pentacampeona llena de dudas sobre qué rumbo tomar. Sin embargo, desde la Confederación Brasileña de Fútbol se mandaron mensajes positivos en redes sociales, prometiendo ahora más que nunca trabajar para volver a ser los de antes.
El rendimiento de Brasil sin Neymar ha resaltado cuánto depende el conjunto de su astro. Aunque no estuvo en la Copa América, la gente todavía lo tiene presente. Hay quien critica su paso a una liga que no es tan competitiva y su atención en cosas fuera de cancha, pero otros apuntan a su valor vital para la táctica del equipo. A pesar de los problemas y las polémicas fuera del campo, el retorno de Neymar y su influencia serán casi seguro decisivos para lo que viene.
El desafío del nuevo director técnico
La llegada de Dorival Júnior como nuevo entrenador en enero trajo mezcla de esperanza y preguntas. No tiene mucho tiempo para armar su equipo y encontrar la estrategia para ganar, y más con el resultado de la Copa América en mente. Pero él parece tener un aire de optimismo y pide que tengamos paciencia y fe en su plan.
La historia nos dice que Brasil sabe cómo levantarse. En 2001 también quedaron fuera rápido en la Copa América y al año siguiente ganaron el Mundial. Aunque algunos jugadores gracias a la Copa América han visto comprometidas sus oportunidades, figuras como Danilo muestran su dedicación y la posibilidad de tener un equipo jóven y con mucha promesa.
Mientras tanto, Brasil está pensando ya en qué hacer para el Mundial y las decisiones que tome Dorival Júnior junto con la participación de Neymar van a ser clave. Van a necesitar paciencia y mucho esfuerzo si Brasil quiere levantar otro mundial y mantenerse como una de las grandes fuerzas del fútbol.
La experiencia en la Copa América fue un recordatorio de que la estabilidad y la resiliencia son clave para el éxito en el fútbol. No fue el torneo que esperaban, pero de esta clase de eventos siempre hay algo que aprender y usar como base para crecer. Porque si algo ha demostrado Brasil en futbol es que la paciencia y el hard work pueden llegar a ser determinantes para el triunfo. Ahora los fans tienen que hacer su parte, siendo pacientes y dando apoyo para que el equipo encuentre su camino hacia la victoria de nuevo.
Querido lector, abre el juego y comparte tus pensamientos: ¿Qué piensas que Brasil necesita hacer para enfrentar el Mundial que viene? ¿La vuelta de Neymar es lo que más importa o crees que se necesita un cambio más profundo en todas las áreas de la selección?
"La paz más desventajosa es mejor que la guerra más justa", nos enseñó Erasmo de Rotterdam, un pensamiento que bien podría aplicarse a la tormentosa travesía de la selección brasileña de fútbol. La Copa América ha sido el escenario de una nueva decepción para el gigante sudamericano, que ve cómo su equipo, lejos de la gloria pasada, naufraga ante rivales que antes miraba desde lo alto. No es sólo la ausencia de Neymar, sino la falta de un proyecto deportivo sólido lo que ha llevado a Brasil a este punto. La paciencia es un bien escaso en el fútbol, pero necesaria si se pretende construir algo más que victorias efímeras. La selección que tantas veces ha levantado la Copa del Mundo ahora debe mirar hacia adentro y preguntarse si está dispuesta a pagar el precio de la paz futbolística, esa que se construye con trabajo y no con nombres. Dorival Júnior, al frente de este barco a la deriva, tiene la titánica tarea de devolverle la confianza a una afición que, aunque herida, nunca pierde la esperanza de ver a su selección renacer de sus cenizas. ¿Será capaz Brasil de mirar más allá de la guerra de egos y centrarse en la estrategia que les devuelva su lugar en el mundo del fútbol? El tiempo, ese juez implacable, será quien tenga la última palabra.