¿Te sientes preocupado por quedarte atrás en tu carrera profesional? No estás solo en este viaje.
Muchos profesionales temen perderse en la vorágine de cambios e innovaciones. Un dato interesante es que según un estudio de PwC de 2021, cerca del 40% de los trabajadores teme que sus habilidades sean irrelevantes en cinco años.
El miedo a no estar al día no es cosa menor; impacta en cómo nos vemos y puede incluso deteriorar nuestra salud mental y nuestras relaciones en el trabajo. Pero hay maneras de enfrentarlo, como detectar señales de alarma y adoptar diferentes tácticas para mantenernos vigentes.
Cómo saber si te preocupa volverte obsoleto
Si buscas atención constantemente o sueñas con éxitos futuros para escapar de la ansiedad, cuidado. Estas podrían ser señales de que estás preocupado por quedarte atrás. Lo mismo si te comparas mucho con los demás y eso te lleva a competitividades negativas. Momento de parar y reflexionar sobre cómo seguir teniendo un rol importante en tu trabajo.
Superando el temor a la irrelevancia profesional
Para luchar contra el miedo a volverte obsoleto, empieza por valorar tus capacidades únicas y aquello que no puede ser reemplazado por máquinas. Celebra tus triunfos pasados, pero sin quedarte ahí y mantente abierto a aprender cosas nuevas.
Controlar el ego y pensar más en qué puedes aportar es fundamental. Recuerda que ser relevante no se trata solo de saber mucho sobre un tema, sino del bien que puedas hacer en tu ambiente de trabajo.
Recordar siempre que el verdadero valor está en cómo aportas con tu trabajo puede cambiar el miedo por motivación. Sé proactivo y busca siempre crecer y adaptarte.
Este texto es como una invitación a pensar en cómo uno sigue creciendo y se adapta a los cambios en el trabajo. La clave está en usar nuestras herramientas para enfrentar los cambios y definir nuestro valor más allá de las habilidades técnicas.
El desarrollo personal y profesional es un camino continuo y lo importante es lo que cada uno puede aportar y la diferencia que puede hacer. Siguiendo aprendiendo y compartiendo lo que sabes, nunca serás obsoleto. Es una especie de forma positiva de ver cómo evitar caer en la irrelevancia y prepararse para lo que está por venir. En tu historia de vida y laboral hay mucho que has conseguido y mucho que puedes dar todavía.
"Chi non si adatta è perché non vuole”, decía el filósofo español José Ortega y Gasset, y esta máxima parece resonar con fuerza en el contexto de la obsolescencia profesional. El miedo a ser sustituidos o a no estar a la altura de las exigencias de un mercado laboral en constante evolución puede paralizarnos, pero también puede servir de catalizador para un cambio positivo. La obsolescencia no es una sentencia de muerte para nuestra carrera, sino una llamada de atención para reevaluar nuestras capacidades y adaptarnos.
El estudio de PwC nos recuerda que casi la mitad de nosotros tememos quedarnos atrás, pero lo que realmente define nuestro valor no son solo las competencias técnicas, sino nuestra habilidad para reconstruirnos, para encontrar nuevas maneras de contribuir y para mantenernos relevantes en un mundo que cambia a un ritmo vertiginoso. No es tanto la tecnología la que nos hace obsoletos, sino nuestra resistencia a aprender y a adaptarnos.
Es esencial, por tanto, mirar hacia adentro y hacer un inventario de nuestras habilidades únicas, aquellas que no pueden ser reemplazadas por una máquina. Y es que, como seres humanos, tenemos la capacidad de empatizar, de innovar y de crear relaciones significativas, habilidades todas ellas que son profundamente humanas y siempre necesarias.
Por ello, en lugar de temer a la obsolescencia, deberíamos abrazar la oportunidad de crecimiento que ofrece. La relevancia en el mundo profesional no viene dada por la acumulación de éxitos pasados, sino por la capacidad de seguir aportando valor a nuestro entorno. En definitiva, la verdadera obsolescencia solo llega cuando decidimos dejar de aprender y de adaptarnos al cambio constante que nos rodea.