El western que desafió a su propio género: una obra maestra de belleza y maquinaciones redentoras

¿Has oído de "El hombre que mató a Liberty Vallance"? Te contamos por qué es un imprescindible del cine.

En el mundo del cine clásico, existen esas películas que parecen haber parado el tiempo, que se vuelven más que una simple historia contada en la pantalla. Una de esas es "El hombre que mató a Liberty Vallance". La magia de un director como John Ford alcanza su punto culminante con esta cinta, un verdadero homenaje al género western. Incluso con John Wayne bajo su ala, la película fue una primera experiencia de muchos momentos memorables que vendrían entre el actor y Ford.

No todo fue sol y arcoíris durante la producción; el presupuesto no dejaba mucho espacio para escenas en desiertos infinitos. Pero Ford tomó el reto y transformó las limitaciones en una chance para mostrar un Oeste más cercano, real. Así, "El hombre que mató a Liberty Vallance" nos lleva más allá de vaqueros y damiselas, llegando a una crudeza que raramente se veía por aquellos días.

Rompiendo esquemas en el Oeste

Lo que realmente hace especial a esta película es cómo rompe moldes, cómo deja atrás los duelos al atardecer y nos trae en cambio un relato que atrapa. Hay un uso destacado del anti-clímax y una construcción de personajes profundos, cosas que en muchos westerns de esa época no veías. Se pasaba de la simpleza a una complejidad que captura y te fija en tu asiento, tejiendo una obra que es a la vez genuina y técnicamente espectacular. No es cualquier película; es una que toca un cordón sensible en el espectador.

John Ford desafiándose a sí mismo

Este no es el John Ford que glorificaba sin cuestionar las hazañas de los héroes del Viejo Oeste. Aquí, en "El hombre que mató a Liberty Vallance", Ford explora y cuestiona esos mitos. Y quizás es en esta reflexión pesimista y bella donde Ford deja una marca que perdura en la historia del cine.

Es un poco triste que, con lo icónica que es, "El hombre que mató a Liberty Vallance" ahora mismo no esté fácilmente disponible en streaming. Esto nos hace pensar qué tanto vale eso tangible, ese disco que guardamos en la estantería, esa historia cuya sobrevivencia gira alrededor de ser pasada de mano en mano.

"El hombre que mató a Liberty Vallance" no es simplemente un western más; es también una pieza clave que se juega con las reglas y nos invita a mirar con ojos diferentes los clichés de estos filmes. Gracias a un artículo así, uno puede reflexionar sobre la relevancia no sólo histórica sino cultural de la cinta. Aunque no esté en streaming, tal vez sea aún más especial encontrarla en alguna tienda, como un tesoro olvidado.

Te dejo con esta pregunta, ¿no crees que sería bueno tener siempre estas películas a un click de distancia para las nuevas generaciones? O tal vez, ¿el ir tras de ellas forma parte de su encanto?

"La simplicità è la sofisticazione suprema", affermava Leonardo da Vinci, e in effetti, "El hombre que mató a Liberty Vallance" di John Ford è un'esemplificazione cinematografica di tale pensiero. In un'epoca dove il western cominciava a cedere il passo ad altri generi, Ford reinventa l'essenza stessa del mito del Far West, dimostrando che la vera forza narrativa risiede nella capacità di andare oltre la superficie, di esplorare le complessità umane e di sfidare le nostre aspettative. Non si tratta solamente di una dichiarazione d'amore verso il genere, ma di una meditazione profonda sulla natura umana e sulla fine di un'era, tanto gloriosa quanto illusoria.

John Ford ci ricorda che il vero coraggio non sta nell'adagiarsi sui successi passati, ma nell'affrontare con onestà la realtà che cambia, anche quando ciò significa smontare i miti che abbiamo contribuito a creare. Questa pellicola, con la sua capacità di essere "a su manera, perfecta", ci lascia un'eredità cinematografica inestimabile, un tesoro da conservare non solo negli archivi, ma nei cuori degli amanti del cinema. Eppure, la sua assenza dalle piattaforme di streaming ci pone di fronte a un paradosso: l'opera che ha esplorato la morte del mito è ora essa stessa una sorta di mito inaccessibile, un tesoro che rischia di essere dimenticato nell'epoca digitale. Forse è il momento di riscoprire il valore del formato fisico, come custode della storia e della cultura cinematografica.

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