El Centro de Reportajes de Investigación en disputa legal contra OpenAI: ¿Cruzaron la línea?

La guerra entre periodistas y las empresas de tecnología por los derechos de autor está encendiendo alarmas en el sector de medios de comunicación.

El enfrentamiento se ha hecho notable con el caso reciente entre el Centro de Reportajes de Investigación (CIR) y algunas de las compañías tecnológicas más influyentes de nuestros tiempos. El CIR ha decidido llevar a juicio nada menos que a OpenAI y su colaborador, Microsoft, en un tribunal de Nueva York. La manzana de la discordia: la utilización de contenidos de medios sin permiso y sin compensación, algo que el CIR ve como una amenaza directa a la sustentabilidad de la prensa.

Para que quede más claro, no es solo una cuestión de dinero. Monika Bauerlein, la CEO de CIR, recalca que se trata de mantener viva la conexión del lector con aquellos que realmente están detrás de las noticias. Es una cuestión de reconocimiento y soporte al periodismo original.

Un campo de batalla llamado derechos de autor

No es novedad que las empresas de IA se enfrenten a demandas por cuestiones de propiedad intelectual. Manhattan ya ha visto desfilar a varios gigantes mediáticos blandiendo quejas similares. Se debate mucho el llamado "uso justo", que vendría a ser una especie de carta blanca para que los sistemas de IA absorban y procesen información a su antojo.

Sin embargo, otros medios han ido por otro camino, firmando contratos con OpenAI, como es el caso de Time que le ha dado luz verde para husmear en sus archivos centenarios.

¿Qué está en juego para la prensa independiente?

Bauerlein no esconde su temor a que estos avances dejen a la prensa independiente fuera de juego. Si la gente empieza a obtener sus noticias a través de herramientas de IA en vez de las fuentes originales, podríamos estar observando el inicio del fin para redacciones independientes como CIR.

OpenAI, por otra parte, no suele decir mucho de dónde saca su información, pero defiende que todo lo que hace es legal. Para muestra, la AP y grandes consorcios mediáticos han llegado a algunos acuerdos con ellos, así que también hay espacio para la negociación.

Cómo anécdota, tanto Mother Jones como el CIR son vecinos de OpenAI en San Francisco, algo que podría hacer pensar que esta batalla es también un poco territorial.

Estamos en medio de una controversia legal de creciente complejidad entre los productores de noticias y las empresa de IA que nos muestran cómo ahora más que nunca es relevante ser cuidadosos en mantener un justo medio entre progresar tecnológicamente sin aplastar los derechos de los que aún crean contenido original de forma independiente.

Valorar el trabajo que hacen entidades como el CIR es esencial, al igual que entender que la busca de firmar acuerdos con compañías como OpenAI demuestra que hay una manera de ir de la mano con la innovación sin dejar de lado los intereses de creadores de contenido.

A medida que las conversaciones evolucionen, se plantearán más pregitos como: ¿Qué ruta deberíamos tomar para manejar estas diferencias entre protección de derechos y avance tecnológico? ¿Cómo lograremos un acuerdo que cumpla con ambas partes?

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"La verdad necesita tan poco recelo y la falsedad tanto sostén", afirmaba Antonio Machado, un poeta que entendía la fragilidad de la verdad en tiempos de confusión. La demanda del Centro de Reportajes de Investigación contra OpenAI y Microsoft es un reflejo de esa lucha constante por proteger la verdad y la autenticidad en una era dominada por la tecnología. La inteligencia artificial, con toda su capacidad para sintetizar y replicar, amenaza con diluir la conexión íntima entre el lector y el periodista, entre el ciudadano y su fuente de información. ¿Podemos realmente permitir que la esencia del periodismo, la cual se basa en la confianza y la credibilidad, se vea socavada por algoritmos que no entienden de ética ni de la responsabilidad que conlleva narrar la realidad? La existencia de salas de redacción independientes y la supervivencia de un periodismo de calidad están en juego, y es imperativo que defendamos su lugar en nuestra sociedad antes de que se vean eclipsados por la sombra de una inteligencia artificial sin rostro.

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