España en 2039: ¡Los números que desafían toda expectativa demográfica!

¿Has pensado alguna vez cómo podría ser España en un par de décadas? El Instituto Nacional de Estadística ha hecho sus predicciones y los cambios son dignos de atención. Echa un ojo a lo que nos dice el futuro.

El Instituto Nacional de Estadística nos ha dejado echar un vistazo a lo que le espera a España en el futuro no muy lejano. Con datos que son claves para saber por dónde pueden ir los tiros en cuanto a políticas de país y también para entender mejor cómo será la sociedad española por allá para el 2039.

Parece que España va a ser un poco más grande en cuanto a habitantes se refiere. Según las proyecciones, la población en España se va a marcar un aumento de unos 5 millones de personas en los años que vienen. Pero no todos los sitios van a notar este crecimiento de la misma manera, ya que habrá diferencias bien marcadas de una comunidad autónoma a otra.

Crecimiento aquí, decrecimiento allá

Cataluña y Madrid son los sitios que más van a crecer en población. Estamos hablando de que pueden llegar a tener entre 1,2 y 1 millón de personas más. Esto dice mucho de cómo ciertos lugares concentran más gente, lo que puede suponer que se repartan más o menos recursos y que los servicios no estén igual de disponibles en todas partes.

En cambio, las Islas Baleares, la Comunidad Valenciana y Murcia también tienen un futuro con más gente, pero en porcentaje, más que en número grande y redondo. Y luego están otras como Asturias, Extremadura y Castilla y León, donde parece que van a tener que poner carteles de "se vende" en muchos sitios porque vaticinan que habrá menos pobladores, muy probablemente por eso que llaman despoblación del campo y porque la gente prefiere mudarse a ciudades más grandes.

Un país de canas

Lo de envejecer va en serio. La cosa va de que para el 2039, más de un cuarto de la población española, o sea, el 28%, va a tener más de 65 años. Ahí es nada. Esto significa que van a hacer falta más lugares de esos para cuidar a toda esta gente que va sumando primaveras.

Y aunque parece que los bebés no van a faltar y que habrá más nacimientos hasta el 2042, no va a ser suficiente como para no preocuparse por quiénes van a seguir llevando el país adelante.

Todo esto que nos dice el INE es para que nos pongamos las pilas y empecemos a pensar en cómo vamos a gestionar todo lo que viene. Hay que tener en cuenta estas cosas si queremos que las cosas no nos pillen desprevenidos. Necesitamos planes que nos aseguren un crecimiento que nos venga bien a todos y que nos prepare para lo que está por llegar.

Ahora que ya sabes lo que se está cocinando para las próximas décadas ¿qué se te ocurre que podríamos hacer para que las cosas salgan de la mejor manera posible? ¿Qué ideas tienes para que todos podamos echar una mano en esto del crecimiento de la población y los retos del envejecimiento?

"La demografía es destino", afirmaba el sociólogo francés Auguste Comte, y en el caso de España, esta máxima parece cobrar especial relevancia. El reciente informe del Instituto Nacional de Estadística (INE) no solo nos habla de un crecimiento poblacional, sino también de un cambio profundo en la estructura de nuestra sociedad. Con un incremento desigual entre comunidades, Catalunya y Madrid encabezan una España que crece, mientras que otras zonas luchan contra la despoblación y el olvido.

Pero más allá de los números, lo que realmente debe preocuparnos es el retrato de una España envejecida y dependiente que se vislumbra en el horizonte. Un 28% de la población superará los 65 años, y la mitad de ellos requerirán asistencia. Ante este panorama, cabe preguntarse si estamos preparados para asumir el reto que supone un cambio demográfico de tal magnitud.

El aumento de nacimientos es un rayo de esperanza, pero no es suficiente para equilibrar la balanza. Es imperativo que las políticas públicas se orienten hacia la sostenibilidad demográfica, potenciando los servicios de cuidados y fomentando una distribución poblacional más equilibrada. De lo contrario, corremos el riesgo de que las palabras de Comte se conviertan en una premonición de una España desequilibrada y fragmentada.

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